viernes, 14 de febrero de 2014

Cuando tu casa no es tu hogar

Machen Sie es sich gemütlich.

Abróchense los cinturones, que llevo unos días muy eufórica y muy positiva, eh. 
Ayer, hablando con una amiga, le comenté que una de las cosas que menos me gustan de este trabajo/experiencia/modo de vida, es no acabar de sentirme en mi casa. No me siento cómoda haciendo cosas tan tontas como andar libres domingos y domingas cuando voy en pijama, por ejemplo.
Aunque el sentimiento de comodidad ha aumentado mucho desde agosto, siempre hay ahí un puntito de ser el invitado. Y no es por "culpa" de la familia, ni mucho menos, sé que me pasaría con cualquiera. Esta es una de las razones por las que no quiero ser aupair más allá de julio, cuando acaba mi contrato.
A veces se me pasa por la cabeza seguir, para aprender más alemán, pero realmente creo y siento que necesito darme una torta con la realidad de buscar trabajo con todas las limitaciones y los miedos. Necesito un trabajo productivo, en el que se me pidan resultados. Ahora realmente no me siento trabajadora, aunque tenga mi "sueldo" a final de mes.

Con todo, si alguien me lee y está pensando en ser aupair, lo recomiendo muy mucho. Yo solo digo que no me apetece alargarlo más allá de un año, pero estoy muy contenta de haber tomado esta decisión. Me ha dado la oportunidad de conocer muchas cosas nuevas, de aprender a moverme por el mundo, de comprender que nadie es perfecto y que todos te pueden enseñar algo.
Antes me costaba mucho lanzarme a hacer cosas nuevas y me sentía muy paleta. Por ejemplo, nunca había volado sola. Bueno, tampoco es que haya viajado mucho en avión. 
A lo que iba, ahora ya no se me hacen tan cuesta arriba las cosas nuevas y desconocidas. De hecho, salvo por el rollo de cargar maleta, casi prefiero ir sola. Esas despedidas que sabes que van a llegar pero que se alargan, y alargan... La espera se hace muy pesada e incluso más larga (excepto si vas a viajar acompañada, porque ahí no hay despedida, ¡hay compañía!). 

2 comentarios: