Así, como los ricachones, tengo planes para las vacaciones de Semana Santa. Que aquí son de Pascua. Y esos planes son ir de viaje en coche a Jutlandia (Alemania/Dinamarca). Que suena a país de mentira, pero es real como las calles del Monopoly.
En Alemania la Semana Santa es como a los de los supermercados españoles les gustaría que fuese: de huevos y conejos de colores y chocolate. Y flores, siempre flores, para cualquier fiesta en este país. Igual de alegre que la nuestra.
Con todo, soy más de las torrijas, cucuruchos y tambores; que de las búsquedas de huevos y los bombones. Llámame rancia, llámame tradicional, llámame Lola. Y echaré de menos el hornazo el Lunes de Aguas, pero qué le vamos a hacer.
Y que tampoco creo que nadie me vaya a regalar un huevo. Ni cocido, ni de chocolate, ni de plástico.
Hoy he hecho la mochila de Cuasimoda, llena de bragas, calcetines y porsiacasos. La ropa interior es fácil de contar, pero las camisetas y los pantalones no. No tengo espacio como para llevar una prenda por cada día (llámame práctica, llámame guarra). Y encima no sé si va a hacer frío, mucho frío o fresco. Calor ya tengo clarinete que nones. Completan el inventario: la funda de los dientes que impide que la ortodoncia se convierta en una mala inversión, el gel/champú que huele a hombre, desodorante e instrumentos de limpieza dental, una máscara de pestañas que seguro que no usaré, cámara de fotos y cargadores y unas chanclas para la ducha de una escrupulosa. Mañana completaré con bocadillos, libros (hola, 7 horas de viaje), etc, etc. Ya me he enrollado bastante.
En cuanto a la ropa, sí, he mirado la previsión meteorológica, pero se mueve entre los 10º-15º y ahí no sé si el abrigo es mucho o poco. El tiempo deberían darlo por prendas de ropa. "El lunes hará mangas de camisa con probabilidad de impermeable".
Y así la vida sería más fácil.