jueves, 27 de febrero de 2014

Encantada de conocerme

Warum ist die Banane krumm?

Ayer no subí entrada, lo sé. Lo sé y ya se encargó alguien de recordármelo. Pero, como decía mi hermano de pequeño: "os perdono". 

Me pasé el día pensando temas sobre los que escribir, pero no me convencían. Así que a partir de ahora voy a escribir de lo primero que se me pase por la cabeza. Que es más o menos lo que he hecho estos días. O sea que lo de ayer fue un lapsus, en realidad.

Además estuve ocupada construyendo mi robot Lego Hero con el que conquistaré el mundo. Aquí la prueba: 
Bombero, apaga mi fuego
Ahí no se ve, pero por detrás le añadí una cara para que vigile su espalda. Que lo tengo todo pensado.

También jugué a la Wii Dance y fui la que más puntos sacó en una canción titulada "Mamasita", con ciertos aires flamencos -un popurrí de esos que hacen los guiris cuando no tienen claro que hay muchos países distintos dentro de la hispanidad. Podéis estar orgullosos, aunque no me gusten ni la paella ni la siesta.

Y cambié el fondo de pantalla del ordenador. No, si es que en realidad estuve superocupada. Que también puse una lavadora, abuela.

Hola, soy el fondo de escritorio bohemio de Laurina
Pasando ya a esta nueva entrada, hoy quiero comentar -que estoy enamorada- con vosotros -o sea, exponer mis ideas como verdades universales y ya si eso debatir en los comentarios- sobre el intríngulis de las presentaciones en el extranjero

Antes era todo mucho más fácil: en España nos damos dos besos, en Alemania la mano, en Italia dos besos pero empezando por la izquierda, etc. Pero ahora a la gente le ha dado por viajar y conocer otras culturas y ya se fastidió el invento.

Una va toda decidida a darle la mano al alemán, pero él, como es muy majo, abierto y ha veraneado en Mallorca; te va a dar dos besos. Total, que acabas haciendo un combo de mano-beso un poco incómodo. Porque hay veces que no hay término medio, o quedas de sobona o de rancia. Por ejemplo, una vez vinieron unas chicas rumanas de intercambio a nuestro instituto y las pobres vaya cara de susto pusieron con lo de los besos. Pero en otra ocasión el marido de una compañera de mi madre me dio la mano, y yo tenía como 14 años. Pensé que me iba a ofrecer una hipoteca.

Además, hace unos años tenía hipersudoración en las manos. Es decir, que me sudaban cacho de mogollón. Que también es de agradecer al cuerpo que sude mucho en las manos, porque es un sudor fino que no molesta a la pituitaria. Es como tener una enfermedad gástrica. Es menos incómodo decir que has estado vomitando que que te ibas "por arriba y por abajo", como dice mi abuela. No sé si me explico.

A lo que iba, que antes me sudaban mucho las manos y lo pasaba mal cuando tenía que dársela -la mano- a alguien. Por ejemplo, en misa. Ahí todos dando la paz y yo frotando la mano contra el pantalón. Que el problema no es frotar y dar la mano, sino que se te crucen los cables y te la frotes -la mano- después de darla -la mano- como si tuvieses un TOC.

Luego están los que abrazan. A mí eso me pone muy nerviosa. Besar en las mejillas me da igual -¿qué tiene en la cabeza esa gente que besa al aire, como si tuvieses una enfermedad contagiosa?- Pero, ¿un abrazo? Encima el europeo medio tiende a ser gigantón, que te atrapan ahí sin escapatoria. Y si ya encima es de los de ducha esporádica...

Claro que lo de los besos tampoco es moco de pavo, porque: uno, tienes que dar los besos sin que sean de esos sonoros de abuela. O sea, no darlos al aire completamente pero tampoco succionar la mejilla al estilo dementor. Y dos, qué cosa más pesada. Está la gente diciendo su nombre mientras van y vienen los besos: "Hola, me llamo A ¡muac! , encant ¡muac!"

Total, el otro día en la fiesta hubo una mezcla de manos, con besos, con abrazos que se convirtieron en besos por malentendido, con nada porque no me voy a levantar del sofá por si me quitan el sitio... Eso sí, el pasotismo a la hora de aprenderte el nombre de la gente allí presente... Eso es universal.

martes, 25 de febrero de 2014

Pato gel activo y el misterio de la tapa

Ich werfe das Handtuch

En principio, la entrada de hoy iba a tratar otro tema, pero al final me he tragado la bilis que iba a soltar y he guardado a los sapos y las culebras en sus jaulas.

No entiendo por qué la gente deja la tapa del baño subida. No me entra en la cabeza. Y eso que una vez me meaba tanto que no levanté la tapadera (ninguna). Una estampa preciosa. No estaba en mi casa, he de añadir. Y si lo recuerdo es que muy pequeña no era.

Aún así, quizá porque gracias a Dior no se ha convertido en una de esas anécdotas que se recuerdan en cada reunión familiar, sigo sin entender el porqué (el porqué de dejar la tapa subida, no de que mi urgencia urinaria no se haya convertido en tema de conversación recurrente en bodas, bautizos, cumpleaños y comuniones). ¿Qué ventajas tiene eso? Las vistas no son bonitas. El aroma no mejora precisamente. Se te pueden caer cosas dentro... Una vez se me cayó el reloj de Jurassic Park que gané en el concurso de dibujos navideños del colegio, pero no recuerdo en qué estado se encontraba el agua.

Incluso, hay quien dice que las bacterias de la caca salen volando cuando tiramos de la cadena, que viajan hasta dos metros. Este es el momento en el que a todos nos dan ganas de guardar el cepillo de dientes en el cajón de la mesilla.

Ahora igual alguno saltará con lo de que un teclado de ordenador tiene más miergérmenes que un váter. Y nos quedamos todos muertos. Aunque al menos el ordenador nuevo no tiene esas teclas que dejan ver las pelusillas y las migas que hay debajo. Ya sabéis, ojos que no ven, suciedad que no hay. Es como la teoría de mi abuelo, que dice que si no limpias tan a menudo el día que lo haces hay más que recoger y así te da más satisfacción*. Y no le falta razón.

Sí, lo habéis adivinado, en esta casa la tapadera se deja subida. Y yo la bajo. Hola, soy Laura, la visita que siempre baja la tapa. Incluso en los baños públicos.

¿Y qué función tiene la tapadera del medio? ¿Por comodidad? Pues que hagan la superficie de la taza más ancha y así todos contentos. Eso sí que no lo entiendo. Es que no vale más que para el momento "tachán" cuando limpias el baño. Entiendo que los hombres no la suban, a ver, sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas.

Otro tema es la escobilla. Cosa más asquerosa no la hay en la vida. ¿Quién fue el degenerado que inventó eso? Nunca la uso. Los que sí, ¿la desinfectáis siempre que la usáis? Cada vez que entro al servicio y la veo ahí, escondiéndose... a saber qué estará ocultando.

*Que conste que mi abuelo no es un guarro.

lunes, 24 de febrero de 2014

Blancanieves, la enfermera, una tonta de primera

So lala.

No se trata del título de una película porno. Que yo sepa, al menos. Bueno, tampoco conozco muchas películas porno. Más bien ninguna. 

A todas estas, acabo de recordar el día en el que estaba con un amigo de mi hermano que no tuvo mejor idea que meterse en el videoclub a ver las portadas de las películas porno. Hasta que el dueño le echó. Qué arriesgado era el mundo sin internet. Y qué salidos están los adolescentes.

En fin, que no voy a hablar de ninguna película X o crónica de Narnia, sino de cómo durante muchos años pensé que mi madre era un poco vaga en el tema del disfraz, cuando en realidad lo que pasaba es que tiene una hija tonta y malpensada.

Siempre que veía las fotos de los Carnavales me fijaba en las de un año en concreto, toda vestida de blanco. "Joder -pensaba- anda que mi madre también tiene tela, mira que ponerme así para disfrazarme de Blancanieves". Y aunque hubiera sido así, podría haber pensado que mi madre era una transgresora y adelantada a su tiempo, disfrazando a su hija yendo más allá de lo obvio y la imagen disneyrizada del cuento de Blancanieves, echando mano de un recurso mucho más poético y simbólico. 

O también podría haberle preguntado para confirmar mis sospechas.

Pero no, preferí esperar más de veinte años para preguntar. Y hasta estas Navidades no supe que, en realidad, iba de enfermera. Un aplausito para mí.

Esto es algo que me pasa mucho, en lugar de preguntar doy por hecho que las cosas son como las pienso. Y es algo que hago también cuando alguien me habla y no acabo de entender del todo lo que me dicen. 

Es verdad que acierto la mayor parte de las veces, modesta que es una, pero cuando no, se dan situaciones un poco raras. Aunque no siempre el resto del mundo se entera de mi estupidez, gracias a Dior.

Por ejemplo, una vez quedé con unos guiris para hablar inglés. Uno de ellos contó un chiste y dijo algo de "pedestrian". ¿Y qué entendí? "Pederasta". ¿Qué quería decir el chico en realidad? "Viandante". Yo, aunque no entendí el chiste (obviamente) y solo pensé que qué guiri más raro y vaya humor más negro que tiene, me reí. Porque siempre lo hago. Me da pereza preguntar y sonrío. 

Sonrío hasta con los chistes de "knock, knock". Qué tortura, son horrorosos. Y no es que sean malos cuando los traducen en películas americanas, es que son malos en general. "Mis niños" los cuentan mucho y de verdad que no tienen ni pizca de gracia. 
Ejemplo:
-¿De qué color son mis ojos?
-Marrones.
-¿Y mi pelo?
-Rubio.
-¿Sabes cómo me llamo?
-Sí, te llamas Ethan.
-Knock, knock.
-¿Quién es?
-¡No decías que me conocías!

Tronchante.

Con la edad de estos niños a mí me contaban los de Jaimito, que no tienen ni punto de comparación, por favor. En general, me da la sensación de que en España ya desde pequeños nos enseñan la picardía, y que por otros lares son más infantiles. No es ni malo ni bueno, claro.

Esto es todo por hoy. Sé que no he contado nada de Alemania, pero como defiende una amiga "si lo que tienes que decir no es mejor que el silencio..."

De regalo, una foto de un bizcocho de kiwi disfrazado de bizcocho normal y demasiado fino: 


domingo, 23 de febrero de 2014

Ojo cuidado con el tomate

Sie ist ein bisschen blau.

Sábado por la tarde. Me han invitado a ver una película y a una fiesta después.
Ducha, algo de maquillaje y ropa. No me voy a poner calcetines gordos porque ya no hace tanto frío, a ver si me voy a cocer. Y al final no me pongo falda, así que pantalones y camiseta. Tres pruebas... ya está.
Momento de salir de casa: bolso, llaves, móvil y Ipod.
Llego un poco pronto. Voy a comprar unos chicles. Espero, espero y pongo el modo aleatorio, aunque paso una canción tras otra para acabar escuchando las de siempr... ¡¡LOS CALCETINES!!

¡Mierda! ¿Qué calcetines llevo? Los de rayas. Ay Señor, que no sé si son de los viejillos, de esos de H&M que vienen en grupo, como los canis, y que el día que menos te lo esperas se convierten en papel de lija y se rasgan las vestiduras. Y ahora, ¿qué hago? 

Al final los calcetines están bien, pero qué presión. No tenemos bastante con la ropa de fuera que encima también hay que preocuparse por la de dentro. Que no digo que me ponga los calcetines con ventilación, pero seguro que a todos nos ha pasado lo de llegar a casa y descubrir que estos se han apuntado a la moda de las transparencias, normalmente empezando por el talón. Porque, qué queréis que os diga, hay más oportunidades de ver un eclipse de luna* con doble mortal y pirueta que de que yo lleve la ropa interior conjuntada. 

Y es que aquí todo el mundo se quita los zapatos cuando va a casas ajenas. Todos, da igual la edad, la vestimenta y la época del año. Como en un aeropuerto, pero sin detector de metales. 

Cuando llevas calcetines vaya y pase, pero a mí me da bastante repelús ver a la gente caminar descalza sobre la tarima. Y no digo nada en la cocina... Porque es hora de decir la verdad: los pies sudan y no hay nada que hacer. Habrá a quien le suden poco o nada y a quien le suden mucho y/o/u huelan. También depende del calzado, los mismos calcetines o el tiempo que haga. Pero es que ya me imagino amistades rotas por este tema. "No, a Kurt no lo invites porque eso no hay incienso que lo disimule y luego el gato se altera y nos marca todos los rincones".

Entiendo que la gente no quiera que vayamos extendiendo la mierda por su casa, especialmente si tienen alfombras, pero para una española de pro, como esta que os escribe, resulta bastante cómico/raro todo. Luego nos ves a los invitados, después de algunas cervezas, haciendo esfuerzos para no comernos el suelo, con el abrigo puesto, el bolso, e imitando a la perfección la posición de la cigüeña portera de discoteca. Así no hay manera de conservar la dignidad.  

Además, en la fiesta de ayer, a este mágico momento se le sumó una chica borracha cantando "Guantanamera, kljdafkljf, guantanamera" y diciendo cosas en klingon. O chino, yo qué sé. Sería chino, porque resulta que en lugar de escribir "chica" quería poner "china", pero me entraría la política correcta en el cuerpo y mis dedos no me dejaron escribirlo. Pero que conste que esta era china de las de verdad, no de esas que por tener los ojos medio rasgados ya se creen chinas y luego son de otro país asiático.

*¿Alguien más tiene la impresión de haber visto demasiados "eclipses que no se repetirán hasta dentro de chorrocientos años"? Me decepcionan más que los nuevos episodios de Star Wars.

sábado, 22 de febrero de 2014

Lo que me gusta de (mi pueblo en) Alemania II: la estética alemana

Im Adamskostüm

No quiero convertir este blog en un pozo de improperios y quejas, así que para compensar la entrada de ayer hoy voy a explicar otra de las cosas que me gustan aquí: la decoración alemana, tanto de las casas como en la vestimenta.

En Alemania es fácil saber en qué época del año te encuentras, y no necesitas calendario. Vas a un supermercado o droguería y pasas por la sección de decoración o de dulces y lo tienes todo hecho. Renuevan los productos con bastante frecuencia. Que si otoño, Halloween, Navidad, San Valentín, etc.(ahora están con una mezcla de huevos de Pascua y caretas de Spiderman por Carnaval). Miles de velas, platos, servilletas, coronas de flores, papeles de regalo, figuritas, macetas, etc. En España somos mucho más sosos. Alguna banderita cuando "ganamos" algo, las luces o los ahorcados de Navidad, y prácticamente se acabó. De hecho, la profesora de alemán que tuve en España (alemana) nos contó que una vez puso una corona de flores en la puerta de su casa y una vecina le dio el pésame.

Además, como aquí la persiana no ha llegado a difundirse del todo, desde la calle se puede ver cómo realmente hacen uso de los miles de objetos decorativos (y también le puedes ver los pechos a la vecina). Aunque hay que destacar el producto estrella: la orquídea. Me han comentado que cuando solicitas la nacionalidad alemana, un señor va a tu casa y comprueba si tienes la orquídea y la bicicleta reglamentaria. Si no es así, date por perdido.

En cuanto a la vestimenta, dejando de lado la plaga de chonis* que se extiende por todo el planeta Tierra, soy muy fan de la ropa de los niños y de los abuelos (abuelos que se convierten en viejos cuando se cuelan en las tiendas). Sobre todo me fijo en los complementos, por lo que veo aquí a la gente le gusta mucho hacer ganchillo o tejido a dos agujas, porque muchos llevan gorros o bufandas hechos a mano; con miles de formas diferentes o colores. 
También son bastante prácticos. Todos los niños llevan botas y mochilas de apariencia ortopédica, la ropa térmica es un must o los calentadores están tan presentes como en Un paso adelante. En resumen, muchas cosas que en España son horteras, pasadas de moda o demasiado infantiles, aquí están muy extendidas y dan alegría al ambiente. Es verdad que no soy muy objetiva, porque cada vez que veo a una señora mayor con su sombrero elegante con plumas se me enamora el alma y me reconcilio con el país, si estoy en un día malo. Si el día es bueno, se pone mejor.

Con todo, nada libra a un país de los horteras. Y aquí, haberlos, haylos. Mucho, horteras, además. Total, ya que te pones a ser hortera, hazlo bien. 
Hablando de horterismo, os invito a leer esta entrada sobre el bolso de alemana (de mi queridísima Ausländerina), conocido en España como el neceser de Yves Rocher.

*Cada vez que veo a un choni aquí, hablando perfecto alemán, se me cortocircuitan las neuronas. Es un poco como cuando veo a un niño pequeño hablando inglés y pienso "qué jodío, con lo canijo que es y lo bien que domina los idiomas", aunque solo hable uno. 

viernes, 21 de febrero de 2014

Síndrome de la clase turista

Du bist eine alte Zicke!

Primos hermanos de los "días alemanes" son los "días de mierda". Dejemos la poesía a un lado.

Lo bonito y especial es que un día puede empezar siendo "alemán" y acabar "de mierda", porque nunca falta un imbécil dispuesto a estropearte la jornada. Es más, ni siquiera necesitas a nadie, tú mismo puedes hacer que el día digievolucione, ser tú tu propio imbécil. Es aquí donde debemos hablar de "(el otro) síndrome de la clase turista".

Igual que en Alemania hay dos Frankfurt, hay dos tipos de síndrome de la clase turista. Uno ya lo conocemos todos. El otro se resume en "todo me sale/va mal porque soy extranjero". Aquí unos ejemplos:
"Al cliente anterior la cajera le ha dicho buenos días y a mí no, porque soy extranjera."
"Esas señoras me miran y hablan porque soy extranjera".
"La cajera de las narices no me acepta la tarjeta porque soy extranjera".
 "Me habla en inglés porque soy extranjera" (es absurdo, pero a veces me molesta)
"No me dan el folleto que no quiero ni me interesa, porque soy extranjera".
"Esa paloma se ha cagado en mi nuevo bolso porque soy extranjera".

Sus efectos secundarios son:
Hostilidad hacia el país "de acogida" en los estados de Facebook.
Ganas locas de volver a casa. La de verdad.
Recuerdos para todos los que hablan de "jóvenes aventureros".
Ganas de ponerte una peineta, arrancarte por soleás mientras cocinas una paella y torturas a un toro.
Hacer uso del rico léxico ofensivo de la lengua castellana. Y que te  entiendan, a poder ser.

Como ya habrás adivinado, querido lector, he tenido uno de estos recientemente. Ayer, sin ir más lejos. Menos mal que no son la mayoría.

jueves, 20 de febrero de 2014

El verdadero origen del Ampelmann

Im D-Zug-Tempo

Os dirán que el hombrecito verde/rojo de algunos semáforos de Berlín y alrededores tiene su origen en la Alemania oriental y blablabla, pero no. Aquí podréis conocer la verdadera historia de Ampelmann de Fusguenga, patrón de los peatones desamparados.

Antes de convertirse en el patrón de los peatones, era conocido en Alemania por su defensa del desarrollo sostenible y del medio ambiente. Fue el primero en iniciar una campaña de fomento del transporte a dos patas. Por eso, cariñosamente le apodaban "Fernando, el que va un ratito a pie y otro andando".

Fernando decía que los caminos del Señor eran inescrutables y las aceras, para los peatones; pero todos se reían de él. Biciclistas, patineteros y demás jauría de dos o más ruedas le tocaban el timbre o le gritaban Achtung, Achtung! mientras se reían al verle arrinconarse a un lado de la acera.

Viendo que tenía poco que hacer en el terreno de las aceras, pues los terroristas de la rueda eran muchos y se les habían unido los carteros, se centró en aumentar la seguridad de los peatones en el cruzamiento de carretera. Porque en Alemania los semáforos tienen menos paciencia que las cajeras del supermercado y además cambian de color sin avisar. He visto estrellas fugaces que, a su lado, caen en slow motion. De hecho, os voy a dar un dos por uno en cultura alemana: se dice, se comenta, corre el rumor de que aquí, si cruzas un semáforo sin que se ponga rojo antes de llegar al otro lado, el café te empieza a saber a café de verdad y no a pis de gato.

Bueno, teníamos a Fernando intentando mejorar la situación de los peatones. Trabajó durante días y noches y fabricó un botón amarillo que, al pulsarlo el peatón, hacía que el semáforo cambiase antes de color/durase más, los historiadores no se ponen de acuerdo.  Porque lo que Fernando no sabía, y aquí viene el drama, es que cuando las autoridades aceptaron integrar el botón en los semáforos -esperando que así Fernando dejase de tocar los cajones de una santa vez- modificaron su funcionamiento y, básicamente, no hacían UNA PUÑETERA MIERDA. Con perdón. 

Botón inútil.
El día de la inauguración de los botones alguien le dijo a nuestro protagonista: "Fernan, ¿a que no hay huevos a cruzar el paso con los ojos cerrados?" y él, que confiaba mucho en su invento, respondió: "Manzanas traigo", y aceptó el reto. Pero, ay amigos, como ya he dicho, los botones estaban trucados y el semáforo cambió a su velocidad habitual. Fernandito murió atropellado y se convirtió en nuestro Ampelmann de Fusguenga, patrón, santo y mártir (aunque murió en miércolir).

Las autoridades, sintiéndose pelín culpables, le rindieron un pequeño homenaje colocando su imagen en los semáforos.
Santo Ampelmann crucificado,
tú que quitas el pecado del mundo,
no nos dejes caer en la locomoción
y líbranos del patín.
Amén.

Y esta es la verdadera historia de este famoso muñequito luminoso.

miércoles, 19 de febrero de 2014

La basura mágica

Hast du ein Brett vor dem Kopf?

Zauber significa "magia" y sauber, "limpio". Si cambias esa e por una a y mueves las letras, ¿qué tenemos? ¡BAS/ZURA! Y de eso es de lo que vengo a hablar hoy, de la basura mágica en Bad Homburg. Porque hoy ha sido el día de la basura y los plásticos y he tenido una idea de mierda genial.

Supongo que en las ciudades grandes esto de los residuos funciona de otra manera, pero así va en este pueblo. Los miércoles, los enanos mágicos sacan los cubos de Restmüll (restos orgánicos) de sus compartimentos secretos (se encuentran al frente de las casas) para que luego los elfos de los desperdicios los vacíen y los devuelvan a su lugar. Además, cada quince días se celebra el ritual del reciclaje, del papel y los plásticos. Los cristales no, pero es que ellos son muy especiales. Ni siquiera se mezclan entre sí, ya que hay que echarlos según sean verdes, blancos o marrones. Son unos Glasistas*.
*Glas=cristal

Vale que hay que dejar las bolsas en la puerta, pero también les ponemos los zapatos a los Reyes Magos y no por eso dejan de ser magos.
¿Que igual no hay nada de mágico y esta gente ni son Elfos ni y hasta lo mismo no se llaman Joseba Éldelglas, sino Arthur Schiller, y resulta que recogen la basura justo cuando no estoy alrededor? Pues sí, pero lo prefiero de esta manera.

martes, 18 de febrero de 2014

Una preposición indecente

Wer zuletzt lacht, lacht am besten.

Hay muchas maneras de sacar de quicio a una madre. Le puedes pisar lofregao, preguntar qué hay para comer o pedirle que te compre una moto/deje salir hasta más tarde porqueatodoslosdemáslesdejan,mamá. Pero siempre se puede innovar.

Un día estábamos en el aparcamiento DEL centro comercial de Salamanca, dentro del coche, contando dinero. No recuerdo bien si era para pagar el rescate del carro de la compra o para un ordenador. Pero allí estábamos, los Soprano de Castilla. Como eso de escuchar a alguien contar billetes no es lo que se dice un jolgorio, creí que sería una buena idea decir números al azar y así joder la marrana un rato relajar el ambiente y amenizar el momento. Todavía noto un pitido en el oído izquierdo de las voces que me pegó mi madre. Se ve que no entendió el chiste y que no le gusta contar. Joé, mamá, ¡si eres maestra!

Ahora cambiad a mi madre por esta que os escribe, a mí por las reglas de gramática y a los billetes por preposiciones. Bueno, igual no es una metáfora tan perfecta como "las perlas de tu boca" o "los cántaros" de la Ramona Pechugona, pero lo que quiero decir es que maldita la hora en la que nacieron las preposiciones. En cualquier idioma. Jesús qué horror. Estoy por hablar como Tarzán y olvidarme de todo.

Para terminar, hoy no tengo momento vergonzoso del día así que os vais a tener que conformar con que os cuente que en clase tenemos un señor polaco que es testigo de Jehová y hoy en clase no sé qué ha empezado a contar del armagedón y el cielo y no sé qué historias. Todo en alemán, claro. El caso es que la profesora nos estaba preguntando que qué habíamos hecho el fin de semana.
Bueno, tengo que confesar que cuando escuché la primera vez lo de armagedón, por unos segundos pensé que el buen hombre había visto la película. Pero luego como soy una mujer de mundo que no sabe decir que no, me di cuenta de que nos estaba echando la chapa así indirectamente. Pero en realidad el hombre es majo. Ya os hablaré de la ucraniana que cree que en Alemania están cambiando las cosas mucho a cuenta de los inmigrantes. Pero de los negros, claro, los blanquitos es que somos menos de fuera.

lunes, 17 de febrero de 2014

El arte es morirte de frío

Die Sonne lacht.

"Te vas a helar", "ya verás qué frío", "trae ropa de invierno porque te va a hacer falta"... Estas eran las frases que me repetían mis amigas. Y me las creí. Lo hice porque ellas viven o vivían en este país, y confié en su palabra. Ahora me siento engañada.

Llegué un 12 de agosto, un poco nublado, con algo de bochorno. En mi maleta no traía nada más que ropa de invierno y alguna camiseta de verano. Y una falda. La falda estaba ahí porque antes de venir a Frankfurt pasé por Barcelona, que si no, ni eso. ¿Resultado? Estuve cociéndome cosa de un mes. 
Luego llegó el fresco y, más tarde, el frío. Y sí, hace/ha hecho frío, pero no ese horror que me había prometido. Así que en agosto me cocí y el invierno lo he pasado esperando a que llegase el temporal de frío y nieve que, al menos de momento, no se ha dado a conocer. Exijo una indemnización  por daños y perjuicios.
Vale, estoy hablando de Frankfurt, porque sí que es verdad que como dos o tres semanas atrás pasé el peor frío de mi vida en Hamburgo. Peor que el de la catedral de Burgos, que fijaos si era insoportable que estaba deseando salir a la calle para entrar en calor. Hablo de un 6 de diciembre.

Así que si alguien quiere venir a Alemania pero lo de la fresca (no hablo de Frau Angela) le echa para atrás, que venga a Frankfurt. El clima se parece mucho al de Salamanca. La diferencia es que aquí llueve más. Pero hasta en la alternancia de días buenos y malos se parecen. Hoy tocó día estupendo, con mucho sol pero sin calor (a ver, que es febrero, no nos pasemos de la raya). Puede que mañana llueva, no lo sé.

El buen tiempo se nota no solo en el ambiente atmosférico (¿?), sino en el ambiente en general, en la gente. Y es que los alemanes, ¡pasean! Porque en mi amado Portugal la gente no paseaba. La gente iba de compras, y cuando cerraban, se iban a los centros comerciales. Pero aquí no, aquí la gente se da paseos, con sus bastones, sus tacatacas y sus sillas de ruedas impulsadas con las piernas (no veáis la de inventos que tiene esta gente, no sé qué harán para tener las piernas tan mal).

Este ha sido un fin de semana bueno.

domingo, 16 de febrero de 2014

Pérdida de identidad

Ich bin nicht aus Holz.

En esta casa me llaman de tres formas: 
  • Laura a la inglesa.
  • Laura a la alemana.
  • Nanny
Con las dos primeras ningún problema, ya he superado el rechazo inicial a escuchar mi nombre con esa erre ultrajada de diferentes maneras. Pero la tercera, esa aún me rechina.


Cuando llegué sí que no llevaba nada bien que se refiriesen a mí como nanny, ya fuese para dirigirse a mí directamente o para nombrarme. Me sonaba a chacha y siempre me daban ganas de decir "tengo un nombre". Ahora no me desagrada tanto, pero sigo prefiriendo que utilicen mi nombre.
No sé si lo de nanny es por comodidad o por cariño. Teniendo en cuenta que me llaman así desde el primer día, me inclino por lo primero. O sea, algo parecido sucede con los apelativos familiares. Para mí mis padres y mis abuelos (y a veces mi hermano) son eso: mamá, papá, abuela y abuelo. Nunca me dirijo a ellos por su nombre, pero supongo que lo que se siente cuando se dirigen a ti con alguno de esos términos no es nada desagradable, a no ser que seas un tontaina como Raphael (hola, vena maruja).

¿Alguna vez os habéis sentido así, os ha pasado algo parecido? Quizá con algún mote. Aunque ahora que lo pienso, algunos de mis amigos me llaman Dori/y y no me disgusta para nada. Es más, para mí es símbolo de cariño, de amistad duradera, puesto que los orígenes se remontan a una clase de latín y a una profesora buena profesional pero poco empática.
Claro que supongo que no es lo mismo que te llamen Dori, por ejemplo, a que seas Pedete. Pedete era un chico de mi colegio que un mal día se tiró un pedo en clase. No sé si el pedo se dio a conocer en infantil o en primero, pero vaya, fue Pedete hasta segundo de la E.S.O, que yo sepa. El pobre chico tenía que aguantar las risas en clase de portugués, cuando aparecía por ahí el verbo pedir.

Hasta aquí el briconsejo de hoy, artemaniacos.

Uy, casi se me olvida. Momento vergüenza del día. Esta tarde fui a una cafetería y al pagar yo entendí que eran 3'50€, así que le di al camarero un billete de 20 y los 50 cent. Pero al darme el cambio, me devolvió los cincuenta, más monedas de céntimos y 16 euros en billetes y monedas grandes. Mi no entiende qué ha pasado. También se ha quedado ahí parado como dos segundos, no sé si esperando propina o si estaba comprobando lo imbécil que soy. También es "gracioso" cómo en lugar de decir nada a la hora de pedirme el dinero (os tengo que hablar de la bonita forma que tienen los alemanes de llamar la atención a la gente) se ha quedado parado. Lo he visto con el rabillo del ojo, estaba en mi momento hipster/instagram con un capuchino y leyendo.

sábado, 15 de febrero de 2014

Un día alemán

Es ist ein bisschen schwer, mit dem Deutsch auf die Reihe zu bekommen.

Hoy he tenido un día alemán. 
Los días "inserte aquí nacionalidad/idioma/país" son esos en los que te comes el mundo, entiendes todo, que tu DNI empieza a mutar, que se te escurre la españolidad y lo mismo hasta dices un "de eso no opino porque no tengo ni idea".

He pasado el día en Frankfurt am Main (o Fráncfort del Memno en español). Al margen del milagrito de no haber comprado nada en el rastro (Flohmarkt para los amigos kartoffelianos), he tenido que hablar alemán (o intentarlo, vaya) con la chica con la que había quedado. Oigan, y nos hemos reído y todo, a pesar de las dificultades.

Además, hemos comido en un restaurante en el que estuve hace dos semanas y en el que mantuve una conversación bastante desastrosa con el camarero. Pues hoy ya he podido pedir como una pro, así que pasando vergüenza es como se aprende, señores.

Con todo, nada puede librarme del momento vergüenza del día. Hoy ha sido en los baños de la estación de tren. Antes que nada, os comento. Mi táctica de paleta internacional consiste en observar e imitar. Yo observé que la gente pagaba en la máquina, cogía el recibo y pasaba la barrerita modelo "metro español". Bueno, yo me lancé a imitar pero la barrerita de marras no se abría. Mi impaciencia no se debía a que no me pudiese aguantar más la gota fría, sino a que detrás venían hordas de incontinentes sin Tena Lady. ¿Y qué hice? Pasar el recibo por una luz de la barrera. ¿Y qué era el recibo en realidad? Un bono descuento para algunos comercios de la estación. Olé ahí la paleta de las gallinas.
Total, la barrera acabó abriéndose, aunque fue porque otra mujer pagó y se abrió para ella (me imagino que fue así porque aquello se puso a pitar como loco).
Pero vaya, que yo, lo que se dice orinar, oriné.

A lo que iba, tan alemán ha sido el día que una chica nos ha preguntado algo en inglés y no podía contestarle. Tampoco es que sea una cosa como para alegrarse, eso de que el cerebro empiece a tener cortocircuitos es que hasta duele de verdad, pero que me quiten lo bailao. Que estoy contenta y punto. Aunque no sepa abrir las puertas.

P.D: orinar en alemán se dice urinieren o Harn lassen ("orina dejar"). Scham es vergüenza y sich schämen, pasar vergüenza.

viernes, 14 de febrero de 2014

Cuando tu casa no es tu hogar

Machen Sie es sich gemütlich.

Abróchense los cinturones, que llevo unos días muy eufórica y muy positiva, eh. 
Ayer, hablando con una amiga, le comenté que una de las cosas que menos me gustan de este trabajo/experiencia/modo de vida, es no acabar de sentirme en mi casa. No me siento cómoda haciendo cosas tan tontas como andar libres domingos y domingas cuando voy en pijama, por ejemplo.
Aunque el sentimiento de comodidad ha aumentado mucho desde agosto, siempre hay ahí un puntito de ser el invitado. Y no es por "culpa" de la familia, ni mucho menos, sé que me pasaría con cualquiera. Esta es una de las razones por las que no quiero ser aupair más allá de julio, cuando acaba mi contrato.
A veces se me pasa por la cabeza seguir, para aprender más alemán, pero realmente creo y siento que necesito darme una torta con la realidad de buscar trabajo con todas las limitaciones y los miedos. Necesito un trabajo productivo, en el que se me pidan resultados. Ahora realmente no me siento trabajadora, aunque tenga mi "sueldo" a final de mes.

Con todo, si alguien me lee y está pensando en ser aupair, lo recomiendo muy mucho. Yo solo digo que no me apetece alargarlo más allá de un año, pero estoy muy contenta de haber tomado esta decisión. Me ha dado la oportunidad de conocer muchas cosas nuevas, de aprender a moverme por el mundo, de comprender que nadie es perfecto y que todos te pueden enseñar algo.
Antes me costaba mucho lanzarme a hacer cosas nuevas y me sentía muy paleta. Por ejemplo, nunca había volado sola. Bueno, tampoco es que haya viajado mucho en avión. 
A lo que iba, ahora ya no se me hacen tan cuesta arriba las cosas nuevas y desconocidas. De hecho, salvo por el rollo de cargar maleta, casi prefiero ir sola. Esas despedidas que sabes que van a llegar pero que se alargan, y alargan... La espera se hace muy pesada e incluso más larga (excepto si vas a viajar acompañada, porque ahí no hay despedida, ¡hay compañía!). 

jueves, 13 de febrero de 2014

"Excusatio non petita, accusatio manifesta"

Schwamm drüber!

6:43 a.m (antes de merendar)
Una hora despierta. Que ahora podría decir que mi trabajo es muy sacrificado y duro, pero en realidad es que me gusta desayunar sola. Por la mañana lo único que tengo que hacer es preparar la merienda del recreo e ir al cole con el niño pequeño (aunque estos pobres entran más temprano de lo que yo entraba al instituto), así que como veis no es una tarea ardua y que requiera despertarse a las seis de la mañana. Pero a mí me gusta hacerlo así.

Los planes de hoy, además de intentar evitar que estos niños no se rompan antes de que vuelva su madre a casa, son, básicamente, aprender alemán y enviar una solicitud para un programa de enseñanza de español en Alemania. Porque cuando no soy Supernanny, salvadora de la infancia, intento ser profesora de idiomas, saben ustedes. Pero profesora de las que se han formado y tal, no de las de "hola qué tal, soy nativa, ámame, monta un altar en mi honra y saca esos euros".

Lo mío con las solicitudes de becas/ayudas/programas de cooperación se resume en: Madrid 2020. Yo me presento, me presento, me presento, me Gallardono; y ellos me dan esperanzas para arrebatarme la ilusión en el último momento. 

Escribiendo la carta de motivación mientras la gente me dice "el no ya lo tienes".

Como me siento generosa, voy a compartir con vosotros mi plan superefectivo para conseguir hablar alemaniano. Lo llamo: Hablaré alemán por mis Kartoffeln. Y dice así:
  • Leer libros en el idioma y tardar media hora, por lo menos, en cada página:
  • Lectura fluida.
  • Tener el facebook en alemán y hacer las cosas por intuición. Cualquier día denuncio algo sin querer, al tiempo.
  • Estudiar gramática hasta que duela el cerebro.

Ayer añadí un cuarto punto: 

  • Suscribirme a canales de Youtube en alemán aunque el tema no me interese lo más mínimo. ¿Que si los voy a ver? Bueno, he dicho "suscribir"...
8:24
Estoy con los papeles del programa este y horrorizándome con la foto de carnet.
Nah, en realidad es una táctica para deslumbrar con mi belleza real en la entrevista personal. Si llego.

18:24 
Aquí sentada en la cama, esperando la cena. Con una juerga, un salseo... 

La soledad de los números primos se lleva bien o mal según el día. Hoy toca: "nadie me quiere". Otras veces es: "no necesito a nadie, qué autosuficiente soy. Soy... Amélie Poulain". Pero hoy no, este fin de semana se presenta con tres días sin tener que trabajar y sin nada que hacer. Porque yo quería ir al rastro de Frankfurt, que mola más que los bretzel (y ya tiene que molar), pero como ahora al cielo le ha dado por llover... Pues me pondré con el alemán, o algo. ¿Que qué es algo? Pues no sé. La última vez que me aburrí a lo grande, en HD y cinemascope, me corté el flequillo y me puse ciega a patatas mientras veía Memorias de África.
Pero es que una se cree Amélie Pulain y no, mira. Porque esta al final de la película se va con el naricillas de Nino Quincanpuá, pero otras nos quedamos igual. Y a ella el amor de su vida no le lleva ni dos horas. Que es como la Bridget Jones. A mí que no me la vendan como heroína de las solteras porque tampoco, que se queda con Colin Firth. Pero no el Colin de ahora, no, el de principios de los 2000, encima. 


En otro orden de cosas, aún tengo pendiente el envío de los famosos papeles. Es que hay mucho que meditar. Y que buscar en el diccionario también.


Uy, uy, uy, pero que no os he contado lo más importante del día, el notición. Va, eh... ¡he encontrado café con avellana! Traje un paquetito de España en enero y ya se me acabó. Y hoy lo vi en una tienda. Y de vainilla y no sé cuántas cosas más. Oy, oy, oy, mañana mismo me gasto los cuartos en los 250 gr. que me van a alegrar las mañanas (nota mental: buscar y apuntar cómo puedo preguntarle a la señora que si puede moler los granos).


22:11 

Para que os hagáis una idea, como si fuese la una de la madrugada en España. 
Documentos completados pero no enviados. Y el plazo acaba el 15 de febrero. Pero claro, ¿se incluye o no? Porque dice "hasta"... Ay, eterna duda. Como cuando pone en una tienda "Vuelvo en cinco minutos". Vale, pero, ¿cuándo empezó esa cuenta atrás?

Esto es todo por hoy. Espero ir mejorando poco a poco y conseguir subir una entrada diaria. Guten Abend, meinen Schätze.

*Razón del título del día de hoy: ayer me encontré con mi antiguo profesor en la VHS y me preguntó que qué estaba haciendo ahora, puesto que lo normal sería que estuviese con él en el A2.2. Bien, le dije que estaba en el curso de B1.1 y, de regalo, que lo hacía porque el otro es muy caro. Algo que es cierto, pero es que además sus clases me aburrían un poco/bastante.


miércoles, 12 de febrero de 2014

Lo que me gusta de (mi pueblo en) Alemania 1: agárrame esas ardillas

Ich bin auf den Geschmack gekommen.


Vengo de la tierra del cereal, del secano, del girasol rebelde que no gira, de la dehesa con encinas, del toro que caza moscas con el rabo... Así que es ver un trébol y que se me enamore el alma. Por eso, aquí soy feliz cuando salgo a pasear por los alrededores de mi casa amarilla.



Tenemos parques bien hermosos, estupendo para un pueblo de 50.000 habitantes, y el bosque a tiro de piedra. Con sus senderistas, árboles, conejos, patos o ardillas homologados.

 Resulta que en Alemania patos y ranas/sapos hablan el mismo idioma (cuac, cuac). Normal, se les fue toda la imaginación con los miles de verbos separables y no separables que tienen.
Árboles alemanes, en fila de a uno.
 Ya os lo traduzco yo, que ayer empecé el B1.1 en la VHS (que no es una cinta de vídeo, sino una Volkshochschule): "Alimentar a los patos está prohibido. Que no lo digo yo, lo dicen los patos, que están hartos de Grefusitos. Que si les tiran una pata de ibérico, pues a lo mejor, pero que como no creen que esto vaya a pasar, pues que mejor no echen nada y todos tranquilos." 
Eso el de arriba, el de abajo: "Tonto el que lo lea. Hildegard te comía hasta la goma del tanga".

Típicas casetas de parque alemán. Pobres, no tienen resbalina/tobogán.

¿Bonito, eh? Pues por ahí paseo llorando por mi soledad meditando sobre mi existencia. 

Por cierto, hoy cumplo 6 meses aquí. Y como soy estupenda y maravillosa y me he metido pa'l cuerpo doce galletas belvita, he decidido que voy a publicar una entrada por día. Si fallo, siempre puedo echar la culpa al subidón de azúcar.

sábado, 8 de febrero de 2014

Einbiseando el doich

Ich bin ganz Ohr.

Aún no he conocido a ningún auslander que diga así, claramente "sí, hablo alemán". Todos tiramos por el "un poco/estoy aprendiendo/lo intento/und so weiter". 
Y es que que el alemán es jodido lo sabemos todos, incluidos los alemanes. Tú les dices que es difícil, ellos te contestan que sí. Así, para animarte la tarde.

Así es como vivo yo el enfrentamiento con esta caprichosa lengua:



No entiendo nada/cero/null

Centro mi atención en percibir si me están preguntando o no. Cosa fastidiada porque la entonación alemana suena a eterna pregunta. Pero bueno, el contexto suele ayudar.

Si no me preguntan: sonrío. Sonrío y asiento y pongo mi mejor cara de ja klar/achso/genau. Y tengo el don de hacerlo en varios idiomas, no os creáis. Con esta cara también se decir of course yes.

Si me preguntan. Uh, a morir por Dior, caballeros. Existen varias opciones, todas acompañadas con mi mejor sonrisa de gilipuertas:

  • Digo que ja. Esto pasa en sitios como Starbucks, y me llevo el brownie calentito. O me ponen el café zu mitnehmen (para llevar) cuando precisamente había entrado en tan sobrevalorado establecimiento a hacer tiempo.
  • Digo que nein, cuando el sentido arácnido de extranjera me dice que me quieren cobrar algo o que me ofrecen algo que no es gratis/kostenlos (gratis es gratis en alemán y en español. Acordaos siempre). Y aquí me voy sin mi recibo a pesar de necesitarlo. 
¿Problemas? cuando la pregunta no es de nein/ja. Aaaaaamigos ahí, entramos en:
  • Reconozco que no tengo ni puñetera la más remota idea de lo que me están diciendo. Que estoy más perdida que Piecito


Y aquí es cuando me indigno con los alemanes y su incapacidad para gesticular, para hablar el lenguaje no verbal, para sprechen Sie bitte langsam. A ver, si saben que su idioma es complicado, ¿por qué no se esfuerzan por hacerse entender? Qué pasa, ¿que no les gusta la gracieta de "que es extranjero, abuelo, no sordo"? 

Esto es lo que hacen ellos:
  • repiten lo mismo con el mismo tono, las mismas palabras y la misma inexpresividad. Yo sonrío por fuera y me cago en todo pongo esta cara por dentro.
  • después de decir por segunda vez lo mismo a la misma velocidad y con la misma inexpresividad. Tras comunicarles amablemente (ya sea hablando o con el gesto) que sigo sin entender, me dicen que da igual, que no tiene importancia. Y me sonríen con asco de la forma más compasiva que pueden.Y mi cara ya por fuera y por dentro es esta.
  • hablan inglés. Les pido matrimonio y vivimos una bonita historia de amor con tres hijos (el mayor y las mellizas que vinieron por sorpresa), dos gatos y bicis para todos. Incluidos los gatos. Bueno, bueno, y el día que me hablan en español ya es que les compro un piso en Mallorca.*


Entiendo (aunque sea a medias):



Lo he entendido diez segundos más tarde. Después de haber contestado. Después de pagar. Fuera de la tienda. En mi casa. Vari@s horas/días después. Da igual.


*Disclaimer: sé que es mi "deber" aprender alemán si estoy viviendo en Alemania (estoy en ello), y que no tienen ninguna obligación de hablarme en otro idioma. Solo "me quejo" de la poca empatía que muestran muchas veces con los extranjeros. De hecho, hablo alemán hasta allí donde llega mi conocimiento, hasta el segundo antes de que me explote el cerebro.

jueves, 6 de febrero de 2014

Ich und Ich

                                                                                                                Ich bin das beste Pferd im Stall.

"Me llamo Laura y soy de a tomar por culo". Diciendo esta bonita frase me pasé unos carnavales allá por el tiempo de la agonía de las pesetas. 
Pues bien, solo una de las afirmaciones es cierta.

Siguiendo con la presentación, que creo que es lo que toca a estas alturas del blog, tengo 26 años y soy aupair en Alemania. Aupair, nanny, niñera; como lo quieras llamar. 
Cuido de dos niños que, con sus cosas, la verdad es que son un encanto. Como la familia en general.

Y eso creo que es lo más relevante para este espacio, ya que lo que pretendo es llevar una especie de diario de las "aventuras germanas". Aunque empiece 5 meses después de haber llegado aquí.

Siempre he querido escribir un diario, pero mi hermano me traumatizó de pequeña, cuando le dio por abrir el candado con el palo del mikolápiz y leer mis interesantes declaraciones como "hoy he comido garbanzos*". 
Por eso, lo de dejar escritos mis pensamientos a merced de cualquier desalmado armado con un palo de helado, no me entusiasma. Así que qué mejor que escribir directamente en un lugar abierto al público, que la cera hay que arrancarla del tirón.



Esto es todo por hoy, hamijos.

*Juro por mi cojín de viaje que esto es verídico.

martes, 4 de febrero de 2014

Que sí, que sí. Que no, que no

Aller Anfang ist schwer.

Por qué NO debería escribir un blog:
  • no soy nada constante. Esta semana te escribo veinte entradas y después: si te he visto no me acuerdo. Hay precedentes.
  • no me gusta preparar las entradas. Creo que escribir un borrador le quita frescura a la publicación. Una tontería, lo sé. También se podría decir que soy una vaga.
  • no tengo mucha imaginación. 
  • no tengo lectores potenciales.
  • no estoy segura de haber utilizado bien precedentes y potenciales. Y he tenido que buscar si es debería o debería de.
Por qué SÍ debería escribir un blog:
  • una amiga me lo ha dicho alguna vez. Es que en la vida real se supone que soy ocurrente y tal. Hasta graciosa me han dicho alguna vez.
  • me apetece.
  • porque tengo un título molón. O eso creo.